Por Álvaro Millán Macías
Diplomado IVAS, especialista en homeopatía

Jacko es un perro mestizo de 1 año que presenta paraparesia de los miembros pelvianos. La historia clínica es sorprendente. Fue rescatado de la basura, donde lo dejaron dentro de una bolsa cerrada para que muriera asfixiado sin que nadie le escuchara quejarse. Tuvo más que suerte en ese momento que lo oyeron, pero no tanta cuando con dos meses se precipitó al vacío desde un 2º piso. El descuido fue tan improbable de constituir un peligro que cuesta entenderlo. En el balcón de la casa hay un pequeño hueco, que se tapaba para evitar accidentes, y quiso la casualidad que el animal rondara por allí cuando la dueña retiró la barrera de seguridad para limpiar. Después se verá que el incidente no fue tan fortuito como parece.

El caso es que Jacko se rompió varias costillas, siendo las fracturas en tallo verde, y sufrió dos hernias de disco (T8-T9 y T9-T10), que se diagnosticaron mediante TAC. Contra todo pronóstico, el perro pasó de ser casi un cadáver a un superviviente que empieza a moverse. Después, va recuperando fuerzas con fisioterapia y el esfuerzo incansable de la propietaria, quien se empeñó en rehabilitarlo por sentirse culpable.

Ahora, los síntomas que le quedan después de 9 meses se focalizan en el tercio posterior. La paraparesia se caracteriza por hiperreflexia e hiperestesia. Ambos signos conllevan que Jacko responda con movimientos de inquietud e incluso espasmos a la presión y la manipulación de las patas traseras. La hiperreflexia le lleva a mantener las patas estiradas, siendo muy evidente cuando se sienta. En estación se observa rotación externa de los pies (posición de pato). El lado izquierdo está peor que el derecho, pues parece ser que el golpe más fuerte se lo llevó ahí. El dorso de los pies y la punta de la cola están lacerados por la fricción del suelo al arrastrarse.

Conductualmente es un perro inquieto, nervioso. Durante la exploración física se siguen haciendo comentarios y preguntas para recabar más información. En ese momento, la propietaria aporta dos datos fundamentales para el diagnóstico y tratamiento homeopáticos. Uno es que el perro es temerario y vuelve a intentar asomarse por el mismo lugar donde se produjo la caída. Además, toda la familia coincide en que si al perro se le deja se tira de nuevo, de modo que no fue tan casual que el animal se precipitara al vacío. El otro dato es que en tiempo húmedo empeora claramente su movilidad. La sensibilidad a la humedad es tal que si caen cuatro gotas ya se aprecia la agravación.

La homeopatía ofrece varias soluciones farmacológicas para los efectos de traumatismos sobre la cabeza (Arnica montana, Natrum sulphuricum, Sulphuricum acidum) y la columna (Bellis perennis, Hypericum perforatum, Natrum sulphuricum). De todos ellos, el más destacado es Natrum sulphuricum sin lugar a duda. Su elección se basa tanto en la relación causa-efecto, como en el primer síntoma mental de su patogenesia (“acentuada tendencia al suicidio”). ¿Es esto realmente así? ¿El perro es un suicida? En principio no lo parece y, si lo pareciera, no podríamos saberlo con seguridad porque el perro no habla para decirlo. Sin embargo, lo importante es que los síntomas se pueden interpretar y tomaremos la temeridad del perro en las alturas como una forma de apreciar poco su vida. Por supuesto, la marcadísima agravación de la paraparesia por la humedad termina de ser decisiva en el diagnóstico y tratamiento homeopáticos.

La prescripción de Natrum sulphuricum a la potencia 200 CH, con una frecuencia de administración de 2 veces por semana, ha resultado eficaz y el perro continúa mejorando por días. No se puede dar un pronóstico sobre posibles secuelas en vista de la evolución de Jacko. Las revisiones aún están en curso.

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